Todos estamos acostumbrados a ver a la Patrona de Palos en el Monasterio de La Rábida cuando lo visitamos en cualquier época del año, lugar donde Ella ha permanecido siempre desde época medieval, aunque con algunas ausencias puntuales. Por ejemplo, en 1936 la tomaron los revolucionarios estando en la Iglesia de San Jorge de Palos de manera eventual, e intentaron destruirla en una hoguera practicada en el exterior de ese templo, en la que perecieron otras tallas de madera. Al ser de alabastro, la Virgen de los Milagros no pudo ser quemada, así que los exaltados la golpearon contra el suelo hasta partirla en varios trozos. Cuando pasó la revuelta, la talla fue recompuesta en Sevilla, aunque no se disimularon sus grietas totalmente, y aún hoy se le pueden observar fácilmente.
Tras la restauración, la comunidad franciscana de La Rábida repuso la estatua al culto en el Monasterio, y por recelo o miedo, no la quisieron acercar más a la villa. Hasta que a los 17 años, cuando ya la guerra y la iconoclastia eran ecos, los frailes llegaron al acuerdo con el pueblo de trasladarla a su antigua sede cada mes de agosto, en cumplimiento a la tradición.
Durante sus estancias en Palos, el altar que todos conocemos dentro de la Iglesia de La Rábida es ocupado por otra talla que igualmente representa a la Virgen de los Milagros, y que el resto del año preside la Sacristía del monasterio. Los monjes la llaman «La Vicaria» por su labor de sustitución temporal.
Si visitas el Monasterio de Santa María de La Rábida durante el mes de agosto, no te asustes si ves una copia en el lugar de la original… Será, si así te sucede, una oportunidad maravillosa de conocer La Rábida y San Jorge.