El Rocío. Tres claves históricas.

Uno de los hechos que más llaman la atención en el fenómeno rociero es su éxito internacional. E inquieta conocer la clave para que la devoción a la Virgen del Rocío haya irradiado, desde temprano, con una fuerza muy por encima del resto de devociones comarcales. Tarea poco fácil, pues El Rocío es una de las realidades antropológicas y sociales más difíciles de comprender y explicar por los numerosos prismas que presenta. Prismas todos abordables, y no siempre objetivos.

En mis exposiciones siempre intento reseñar algunas claves objetivas en orden cronológico que, una vez entendidas en su totalidad, ayudan a comprender todo esto. Y, ojo, para nada estoy diciendo que den la solución; ni pretendo darla.

Clave 1ª: la ubicación:

Ya en la Edad Media, se conocía como “camino viejo de la mar” a la ruta Niebla – Sanlúcar de Barrameda, las dos sedes feudales, un camino muy transitado que se aprovechaba para darle salida a los productos del hoy llamado Condado de Huelva. Aquella ruta discurría por el interior de la actual Doñana. Alfonso X tomó la taifa de Niebla en 1262, y, al igual que hiciera su padre Fernando III con el Reino de Sevilla, la cristianizó mediante la promoción de la fe a Santa María. Ambos sembraron un buen saco de semillas marianas que hicieron germinar la “Tierra de María Santísima”. Una semilla en cada pueblo, en cada cruce de caminos… y una de tantas fue a caer precisamente a mitad del camino antes mencionado, toda una autovía de la época. La elección del lugar, a 3 leguas de Almonte y no en su mismo casco urbano, no fue arbitraria. Una villa puede ser una célula (que muchas hubo y hay), pero un camino de tal afluencia es toda una arteria por la que la sangre fluye.

Clave 2ª: la unión comarcal:

En el XVII, la entonces conocida como Santa María de las Rocinas era venerada por los ganaderos y campesinos del entorno de Doñana, que la escogieron como símbolo de unidad frente al poder señorial de la Casa Medina Sidonia, en un contexto de tensión y disputas por el uso de la tierra. Por ejemplo, el pastoreo en los límites del coto de caza. Los ganaderos tenían como norma no introducir sus reses en la dehesa boyal durante el verano, para que encinas y alcornoques pudieran producir sus bellotas sin la perturbación de los animales. El día de San Pedro era el último día que se podía hacer, y de ahí la celebración de la Saca de las Yeguas en esa fecha. El derecho de uso lo tenían desde el otoño hasta este inicio de verano. Pero el cumplimiento de las normas no siempre se respetaba correctamente, y los conflictos entre parte y parte eran habituales.

La casa ducal era muy devota de la Virgen de la Caridad, Patrona de Sanlúcar de Barrameda (sede del ducado) desde que así lo decidiese el VIII Duque, Manuel Alonso Pérez de Guzmán, en 1618. Un patronazgo extendido a todas sus villas, aunque éstas debían ratificarlo. Se trataba de otra forma de los duques de imponer autoridad, en este caso, desde el prisma religioso. Ante lo cual respondieron los pueblos subyugados mediante unión en torno a la devoción marismeña, germen de las futuras hermandades. Era todo un comportamiento de rebeldía, una forma religiosa y popular de posicionarse. Y para fortalecer la postura, nada mejor que proclamar Patrona de Almonte a aquella Virgen que cuida de los ganaderos y campesinos, en contra de los deseos ducales.

La proclamación del patronazgo de Santa María de las Rocinas se produjo el 29 de junio de 1653, durante la función anual en honor a San Pedro, Patrón de Almonte. La Virgen estaba en la parroquia tras haber sido trasladada por rogativa ante sequía. Aprovechando su presencia, se materializó su proclamación como Patrona, lo que supuso toda una osadía ya que la misa estaba promovida por la casa ducal, dueña de la villa. Se estableció la fiesta de las Rocinas para el 17 de septiembre, antigua fecha del Dulce Nombre de María. Habrá que esperar casi 20 años más para su establecimiento en Pentecostés.

Al ser Santa María de las Rocinas protectora del ganado y el campo, los colectivos de ganaderos y campesinos fueron desde siempre sus principales devotos, ambos articuladores tanto del pueblo almonteño como de las villas vecinas. La invocaban especialmente ante calamidades de tipo ambiental, como sequías. Debido a la distancia entre la villa y la ermita (3 leguas = 15 km.), eran frecuentes sus traslados al pueblo para rogativas. Su ubicación en las tierras de Doña Ana de Silva y Mendoza, esposa del VII Duque Alonso Pérez de Guzmán, facilitó que la devoción no se restringiera únicamente a la villa de Almonte, sino que se extendiera a toda la comarca, afianzándose la Virgen en ese nexo de unión campesina frente a la casa ducal. Recordemos que estamos a mitad de una de las principales puertas de Europa entre los siglos XVI y XVII.

Clave 3ª: la fecha:

La palabra “rocín” se aplicó hasta el siglo XVII a un caballo de campo útil para la labor. Las ganaderías se instalaban en los aledaños de la ermita, por lo que la virgen era la protectora de los rocines y rocinas, de las reses, los ganaderos, y el sector en sí. Ella era la Pastora de los rebaños, la que recibe culto en el sitio de las Rocinas = de las Yeguas. No obstante, a la Virgen se la conocía indistintamente con tres nombres:

  • Remedios: advocación medieval de culto protector en ermitas extramuros.
  • Rocinas: topónimo del lugar donde se practica dicho culto.
  • Rocío: lluvia o humedad que se le ruega ante sequías.

 Para ilustrar, valga el acta municipal del patronazgo, que reza: “Ntra. Sra. del ROCÍO, amparo y REMEDIO de esta Villa”.

De los tres nombres, se fue imponiendo de manera gradual el de Rocío, hasta su definitivo uso oficial por parte de la Iglesia cuando la festividad se pasó del Dulce Nombre a Pentecostés en 1670 por estrategia comercial: a final de verano coincidían muchas fiestas en los pueblos de la comarca, por la vendimia, que debían competir por la captación de público. Cosa que no ocurría al final de la primavera (las muchas romerías actuales de primavera han surgido en época moderna). La iglesia necesitó una justificación teológica para el cambio de fecha, y aprovechó la boyante nomenclatura de Rocío en tanto que se puede relacionar con la Venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Pero hay que dejar claro que es un nombre nacido de la devoción popular, no del estamento eclesiástico.

El rocío hace referencia a la rociada de la mañana que cubre al campo y a los animales. Además, la palabra rocío pertenece a la misma familia léxica que rocina, con lo que la evolución lingüística queda bien justificada:

  • Rocín – rocina: caballo de campo y su yegua.
  • Rocinal: espacio campero destinado a este ganado.
  • Rocío: humedad matinal que caracteriza a estos animales y les da nombre.

Precisamente la falta de lluvia, la sequía, fue el principal motivo de los traslados de la Virgen a Almonte que desde el s. XVII se tienen documentados, intercalado o incluso compartido con el motivo de la peste (casi siempre cólera morbo). Eran, por tanto, traslados sin periodicidad, motivados por las circunstancias. Hubo periodos incluso de traslados anuales. Recordemos que la proclamación del patronazgo se produjo en la Parroquia de la Asunción con la Virgen presente. Como nota anecdótica, uno de ellos se realizó en el año de 1700, ¡y llovió!

Conclusión:

Durante el Antiguo Régimen se fue cociendo a fuego lento una mágica receta a base de ingredientes como la fe, la tradición, la fiesta, la devoción, la identidad; entre otros. Y en la forma de cocinarlos fueron determinantes: la ubicación estratégica, la unión de los pueblos vecinos, y una fecha de celebración propicia. Luego vendría todo lo demás.

Aún faltaría mucho más durante las centurias posteriores, como el poyo de los Montpensier en la España liberal, la coronación canónica de 1919, la bendición del nuevo santuario en 1969, y un buen puñado de acciones que indiscutiblemente han añadido valor. Pero ya a principios del siglo XX, El Rocío se había convertido en una caja de fuegos artificiales bien preparada para explotar en júbilo, y no es menester en este artículo seguir desgranando las épocas moderna y contemporánea teniendo en cuenta que mi objetivo era dar únicamente algunas claves de carácter histórico para comprender cómo se logró llegar a una de las devociones más potentes del Cristianismo. Aquí, en nuestra bendita tierra.

Venida 2019 en imágenes:

A modo de ilustración, me gustaría compartir contigo parte del reportaje fotográfico que realicé durante la mañana del pasado 20 de agosto en Almonte, Venida de la Pastora 2019. Sólo tienes que clicar aquí: ROCÍO 7.

 

Texto: Antonio Maestre. Imágenes: Alvantonio Artística. Todos los derechos reservados. Artículo completo sólo para socios.

 

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